16 de diciembre de 2009

CON FRÍO

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Si tienes ganas de abrazar…abrázame

Si tienes ganas de besar…bésame

Si tienes ganas de llorar…extrañame

Si tienes ganas de querer…olvídame

Si tienes ganas de amar…búscame

Que hace frio y tirito,

Tirito de frio

Tirito por tus ausencias

Tirito por engaños

Tirito por tus desganas

Tirito por tus ojos que pasan por todos menos por mí

Tirito por tu voz que no dice mi nombre

Tirito por tus latidos que no nacen

Tirito por este frio que soy sin ti

Tirito por esta espera

Tirito, tirito mientras espero que llegues o que no llegues.

ME SOBRAS

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Me sobran las distancias, me sobran las ausencias, me sobran las ganas de encontrarte, de mirarte y sostenerte la mirada para decirte lo que siento por ti, lo que noche a noche respiro cuando pronuncio un latido.

Me sobra el tiempo en que no te tengo, los pensamientos que nacen entre un tic tac del reloj mientras te espero.

Me sobran desvaríos, me sobra esta madeja de locuras que soy, me sobran noches sin ti.

Me sobran las horas de tráfico para llegar al trabajo y que paso pensándote, imaginándote.

Me sobran los auto destierros a los que me he aventurado para poder estar contigo.

Me sobran las pérdidas de cosas que me sobraban, los labios en los que yo sobraba

Me sobran historias y cuentos para arrullarte antes de dormir, para hacer tus noches insomnes, para hacer despertares prolongados, y sonrisas matutinas

Me sobran las ganas de tardes tomando tu mano, de caminatas bajo la lluvia, de ti y de mi sentados esperando batallas nuevas

Me sobran miedos, dudas, y fragilidades, cicatrices que me sobran entre los pasos que sobran entre tú y yo

Me sobran tantas cosas y sigues faltándome tu, siempre tu

Tú que no tienes nada que te sobre, tú que eres todo lo que me falta, tú que ofreces a varios lo que te sobra, sin que sobre algo para mí.

Ahora me sobra esto que siento por ti y que ya no sé dónde ponerlo y me sobra el recuerdo que guardaba de ti

Para dejar de sobrarte

PEQUEÑO MILAGRO

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Hacía mucho que no soñaba nada, de entre los sueños que recuerdo esta aquel que tenia con copos de nieve, jamás he visto un copo de nieve y en esta ciudad aunque los inviernos son nublados, ver nieve sería un milagro.

Soñaba que caían copos de nieve sobre mi rostro, sentía el viento rozándome la cara, mis pies descalzos hundidos en la nieve, mi nariz humedecida, recuerdo que tiritaba, pero no de frio más bien de alegría por ese milagro de sentir tanto frio cayendo suavemente sobre mi rostro.

En aquellos días en que soñaba al dormir, al despertar siempre tenía una lagrima sobre la mejilla, una lagrima de alegría por aquel sueño de sentir la nieve caer sobre mí.

Entonces sonreía porque pensaba que aquella lagrima era un copito de nieve que había escapado del sueño para despertarme, pero la tibieza de desear despertar a tu lado lo habían derretido antes de que abriera los ojos.

Ahora en mis sueños habitas tú, paso insomne las noches soñando despierto con el milagro de verte, con el milagro de escucharte, con el milagro de encontrarte, con el milagro de mi Luna.

Quizás algún día vuelva a dormir bajo las sabanas para cobijarme del frio de tu ausencia, quizás algún día vuelva a soñar con los ojos cerrados, y al despertar encontrar sobre mi rostro, miles de copitos de nieve saliendo de mis ojos, por la alegría de poder dejar de soñar contigo y despertar a tu lado, mi pequeño milagro.

ME PIERDO

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Me pierdo para no encontrarte, me pierdo porque me da miedo que me encuentres, que me mires, que te des cuenta de que me produces miedo.

Me pierdo porque temo que al mirarme vea en tus ojos que no soy quien esperabas.

Me pierdo porque tengo las manos vacías,

porque no cubro tus expectativas,

porque no hay en mi nada de lo que buscan tus manos,

de lo que despiertan tus miradas.

Me pierdo porque no espero ser encontrado,

no hay quien me salve,

no busco redención,

no busco en tus manos aire para vivir o caricias para despertar.

Me pierdo para verte libre, para soltarte y no atarte a mis ganas, a mis desequilibradas fantasías y mis utópicos desvaríos.

Me pierdo entre distancias,

las que hay entre tú y yo,

las que nos acercan,

las que te alejan,

las que hay acortándose a cada paso que das para encontrar a tu él

y de paso a mí,

pero solo de paso.

Me pierdo porque quepo muy bien en un bolsillo, porque encajo bien en aquel rincón donde no miras, porque tan pequeño soy que la sombra de una moneda puede cubrir mi corazón.

Me pierdo porque no nací para encuentros,

para despedidas me falta valor,

para olvidos y desmemorias no hay espacio dentro de mí.

Me pierdo por qué no busco a quien se que no encontrare,

porque si me encuentran

- a ella ya no la podre ver,

porque perderme es la mejor manera de seguirla encontrando, porque perdido es la mejor manera de decirle sin que me encuentre aun, que sigo a su lado.

Me pierdo porque no hay lugar para la nada en tus labios, porque no hay caricia alguna que te haga vibrar tanto como las que manos ajenas te despertaron ayer, esta noche.

Me pierdo porque necesito ausentarme de este miedo, de este coraje, de esta confusión de no saber si encontrare algo en ti o solo me perderé mas entre tus vacios.

Me pierdo porque me pesan las dudas,

porque no se razonar,

porque mi corazón es bruto y se cree todo,

porque el cansancio de verle tan perdido me provoca nauseas,

porque aprendimos entre heridas que no hay que esperar a ser encontrados,

porque jamás he sabido quedarme,

dejar de ser ave de paso, dejar de soltar, dejar de liberar.

Me pierdo porque no quiero volver a oír un adiós, porque no quiero volver a matar neuronas pensando en porqués ni justificado coqueteos.

Me pierdo porque nada de lo que han encontrado en mi vale la pena, y ya las despedidas y los fracasos me han consumido, y me he perdido en condenas de ausencias, de lejanías, en miserias que quedan y que recuerdan que jamás pude encontrarme, que jamás pude encontrarla a ella que no es, que no fue, que no quiero más que sea otra, que seas tú, que sea otra, ya no, ya no.

Me pierdo porque ya no hay nada nuevo y lo encontrado jamás ha valido, estamos devaluados, estamos entre los olvidados, entre los que saben que jamás han de encontrar, y precisamente por eso nos perdemos, nos escondemos, mi corazón, mis ganas de encontrarte y yo.

Me pierdo para que puedas dejar de preocuparte por encontrarme,

para que no tengas estas dudas que yo tengo,

para que puedas seguir tu camino sin detenerte a encontrarme,

para que no te vacíes,

para que no termines perdida,

porque sabemos los dos que siempre habrá alguien más que te este buscando, que te este esperando y no vale la pena que pierdas tanto tiempo perdiéndote a mi lado.

Te pierdo,

y me pierdo,

y entre estas ausencias de posibilidades,

de lo que no fue,

de encuentros imaginarios,

cobijo del frio la ausencia de ti, y te guardo en los recuerdos que jamás viví como lo más amado que algún día pude tener y que perdí antes de encontrar y que me encontraras.

15 de diciembre de 2009

SOLO ALGUNAS VECES

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Algunas veces debo de confesarte, me resulta cansado guardarte en la imaginación, inventarte y reinventarte, esperanzarme al salir a la calle, imaginando que quizás ese día es el día en que te encuentre.

Algunas veces me canso de evitarte, de rendirme entre tus ausencias y dejar de esperarte, y seguir adelante sin guardar en mi mano un lugar para tu rostro.

Algunas veces pesa evadir a quien se asoma a mi ventana y decirle que no hay nadie, que está cerrado por fuera y que solo tú tienes la llave.

Algunas veces me dejo emocionar, lo acepto, y te imagino llegando en esos ojos que se asoman por morbo o curiosidad a ver que hay detrás de esa ventana.

Algunas veces doy un paso al frente, extiendo la mano sobre el cristal y espero que la otra persona haga lo mismo, pero el cristal es frio, tan frio como esa mano, entonces doy tres pasos hacia atrás.

Algunas veces quisiera empacar mis cosas, salir por la coladera y escapar de mi corazón que no sabe hacer más que imaginarte, y buscarte, y no encontrarte, y aun así no se vacía, no derrama este sentimiento por la coladera, no arroja tus esperas, no descuelga los marcos vacios de las paredes, y sigue aguardando a tener una foto enmarcada.

Algunas veces resulta cansado y decepcionante, el encontrar una migaja tuya enredada en los cabellos de alguien y soñar que eres tú, y creer que eres tú, y ponerte su nombre, y mirarte en sus ojos, pero tan solo es una migaja, y resulta cansado y decepcionante.

Algunas veces recorro el librero para buscarte entre las inspiraciones de otros, entre las letras de otros, y confirmar que alguna vez exististe, pero que estabas con otros.

Algunas veces me canso, de verdad que me canso, y rechazo esta espera y puedo pronunciar la palabra odio, y puedo quemar los cuadros donde te pinte, y puedo romper las hojas donde te hable, pero para serte sincero, se que te odio y te amo a cada día, que te amo al salir la Luna, cuando más me acompaña tu imaginario recuerdo, cuando te vuelves mi todo, te amo al salir el sol cuando me recargo de entusiasmo y salgo a buscarte de nuevo, pero te odio por las tardes cuando regreso sin haberte encontrado, cuando pasan las horas sin que suene el teléfono, cuando va obscureciendo en la calle sin que en la puerta se escuche el timbre y se iluminen las calles con tu presencia.

Algunas veces, quisiera olvidarte, quisiera que no fuera yo, que no fueras tu, que no fuera él ni ella, que no fuera nadie, borrar mi memoria y no tener idea de nada ni nadie, olvidar las heridas que ese ímpetu por encontrarte me dejaron búsquedas pasadas, borrar los nombres que pronuncie entusiasmado creyendo que eras tú, borrar los restos de latidos que se quebraron contra un cristal, borrarme para ya no encontrarte.

Algunas veces, algunas veces…

Pero ¿Qué seria yo sin ti? ¿Qué seria yo? Si he decidido nacer y morir a diario para buscarte, para encontrarte, para vivir, para amarte.

Entonces esos días malos solo suceden algunas veces, el resto de mis días, no dejo de ser este loco que no se cansa de buscarte.

6 de diciembre de 2009

VALDRA LA PENA?

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Dime que vale la pena tus ausencias.

Dime que vale la pena la espera.

Dime que después del tiempo estarás tú

Dime que tras las fronteras y kilómetros y mesas vacías y bares cerrados me esperas, me buscas.

Dime que vale la pena todo esto, que no es en vano, que me esperas como te espero, que me piensas como te pienso yo en esta agonía de despertares lejanos y mirarte tan ajena.

Dime que hay algo dentro de ti, que no se rinde, que se mantiene a flote que inunda tus pupilas cuando el recuerdo de una letra mía aparece sobre tu escritorio cubierto de papeles, sobre las alfombras de tu habitación, sobre el señalamiento de la autopista.

Dime por favor que vale la pena esto, sacúdeme el miedo a perderme una vez más, a caer en el vacio de mentiras y engaños, de coqueteos simplistas que son huecos, que duelen, que hieren cuando te miro tan lejana, tan rendida, tan ausente de mi y de estos brazos que ensayan en mi cabeza el calor de tu cuerpo al encontrarte.

Dime por favor que estas allí, así como estoy yo aquí, que no estás lejos, que existes, que tienes un rostro, un nombre, un par de tenis, unos labios húmedos, una lágrima rodando por tus mejillas.

Dime que vale la pena seguirte buscando, que vale la pena esperarte, empacar y salir a tu encuentro, que no me preocupe por recordar el camino de regreso porque ya no habrá regreso, que tome el autobús, que avance sobre las autopistas, que me cuelgue un letrero con una letra pintada, que siga avanzando hasta que en el camino choquemos tu y yo.

Dime que no es vano nada de esto que siento por ti, que tú sientes cada letra sobre tu piel, que sientes el ultramar sobre tu espalda, y el magenta sobre tu corazón.

Dime algo, que me haga saber que vale la pena.

Dime que saldremos volando, que destruiremos todo el mundo que hay fuera, que dejaremos devastadas las desesperanzas, los vacios las soledades, que renaceremos juntos en un beso, que se caerán las costras, se borraran las cicatrices, y reencontraremos el silencio de un latido, la ternura añejada, la sobriedad de la locura, y esta irracional manera de estarte amando sin que lo sepas, se vuelva la realidad de tenerte y poder escuchar tus suspiros.

Dime que vale la pena esto que siento, dime que hay algo dentro de ti que está sintiendo lo mismo, dime que somos dos, que no hay distancias, que no hay fronteras, que no hay nada más que este eterno amor.

Dime algo, dime por favor algo, que estar en esta obscura incertidumbre de no saber nada de ti me está matando entre amarguras.

Dime si morirme así valdrá la pena.

2 de diciembre de 2009

NO CREO EN EL AMOR

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No creamos en el amor, porque el amor no existe, al menos ese que se juega con tanto cinismo y que muchos juran es amor.

No creamos en las palabras de amor porque no existe palabra alguna que pueda hablar del amor, no creamos lo que las letras anuncian con su voz, no finjamos que somos letras, no pretendamos que por usar la vestimenta alfabetizada de hojas de papel nos crean cuando usemos su voz para gritar lo que no existe dentro.

No creamos en los falsos poetas que embarran su lengua con frases que no conocen, dedicadas a las falsas musas que se despiertan por el deseo y el apetito de su vanidad, de su egolatría.

No creamos que conocemos el amor, cuando pedimos correspondencia, cuando le tememos a las distancias, a las ausencias, al frio de un adiós, al calor de una mirada, a los suspiros que viajan kilómetros y los afectos que cobijan de país a país, de extremo a extremo de una ciudad, de habitación a habitación.

No creamos en el amor, porque no existe la palabra, porque no existe cuando aun estamos tan apegados a la piel, a los huesos, a caminar dejando huellas, a viajar en autobuses para que no nos pese la distancia, a decir letras por miedo a la soledad y no por sentirlas dentro.

No creamos en el amor cuando no podemos aun cerrar los ojos para sentir y abrirlos para no dejar de soñar, no creamos en el amor, el amor no existe, no es, no alcanza esa palabra para ser.

No creamos en el amor que muere, en el que se termina, en el que por falta de entusiasmo perece entre sabanas ajenas, entre esa necesidad de navegar por las constelaciones de nuevos lunares, de nuevas miradas.

No creamos en el amor cuando no entendemos que algunas veces hay que soltar para ver volar, recordar para volver a sonreír.

No creamos en el amor a medias, a cuartos, a decimas partes, a entregas a cuenta gotas sin conocer la entrega total en una mirada, sin dejar a un lado el miedo de perder, de salir heridos y dosificar las caricias y los besos, y las frases, las frases dichas de a poco, en silabas, en deletreos que duran días, años, y guardar silencios donde escondemos lo que quisiéramos gritar.

No creamos en el amor, porque el amor no existe, no es amor este juego que en estos días se practica, se destruye, y hablamos de corazones rotos, y de heridas añejas, y de tiempos perdidos cuando creímos conocer la esperanza, sin saber siquiera que es una esperanza.

No creamos en la “a”, ni en la “m”, tiremos la “o”, y quememos la “r”, saquemos del diccionario de nuestra memoria esas letras juntas, olvidemos que las dijimos, olvidemos que quisimos decir algo, que no entendíamos, que no sentíamos, que simplemente fue un juego que quisimos aprender por resignación, por soledad, por hastío, por vergüenza de caminar sin alguien, sin tomar una mano para despertar un suspiro.

Yo no creo en el amor, nunca he creído en el, yo no sé amar como en estos días se ama, nunca necesite las palabras que escuchaba con mi nombre, nunca me bastaron cuatro letras para encapsular lo que sentía, nunca fue lo que viví, aquello que leí de otros tiempos, de otras vidas, aquello que se escribió y describió en pasados, en letras de almas que vertieron su corazón en papel, en imágenes, en notas.

No creo en el amor, no le busco, no le encuentro, no me canso esperándole y encontrándole en palabras, en voces que repiten frases que contienen esas letras, no creo en esas letras.

Creo en las miradas cuando las he sentido caminando por mis manos, creo en suspiros que transportan a lugares lejanos, creo en cerrar los parpados para sentir un corazón, creo en los besos que se dan a kilómetros, que se dan sin medida, sin contar los segundos que duran, y que con la fuerza de su impacto sacuden con el viento las copas de los arboles.

Creo en los latidos que alfabetizan letras que no existen, que aun sin estar en el diccionario uno las reconoce y siente y vibra, y se vuelven diálogos directos donde estorban las palabras, donde los silencios no existían y nada muere, y nada se rompe, y nada decrece, y nada se pesa ni cuantifica, y se entrega todo sin pedir razones, sin preocuparse por correspondencias, por reconocer como espejos lo que hay dentro de uno, sin ataduras, sin pretextos ni intercambios, sin saber porque, ni como, ni las horas que dure, ni las distancias milimétricas.

Creo en muchas cosas, pero en el amor no,

no creo en él,

no creo lo que escribo, no creo enamorarme, no quiero enamorarme, no es amor lo que yo creo y siento dentro de mí, no reconozco esas letras dentro, ni afuera.

No que creo en el amor,

jamás he creído en el,

en lo que creo ciegamente

es en cada latido de mi corazón.

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