30 de noviembre de 2009

ENTRE ENGAÑOS

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Al principio existieron tan solo los sonidos de lenguas viperinas, el veneno de tu licor me dejaba en la embriagues más sobria de mis sueños, sueños que alimentabas con demencia temporal, falsa.

Te quise creer, me quise embriagar y al primer sorbo de tus labios caí borracho de ti, de tus mentiras, de tus engaños que quise creer fueran ciertos.

Es cierto sublevo los suspiros a altares entre nubes de heladas alturas, pretendo que los instantes duren una vida, los vuelvo infinitos, los saco de la realidad, para volverlos mi realidad, así hice cada noche tuya, cada frase, cada mirada, cada sonrisa que despertaba, la mantenía eterna colgada de una Luna.

Cubrimos un cielo de mentiras, de engaños, de fingidas sonrisas, de besos que duraban solo el tiempo necesario para que pudieras alejarte un poco más, y para que pudiera mutar un poco más.

Hasta que tu hastío fue venciendo, hasta que decidí dejar de mentirte, y mostrarte que nada te creía, que nada me creías. Corrimos el telón y descubrimos que el mago estaba en los huesos, que había muerto desde hacía varios años, que siempre entubo muerto para nosotros.

Matamos la mentira, los engaños, asesinamos esos besos imaginaros, esas tardes de un segundo y todas esas noches que no fuiste ni tú, ni fui yo.

Perdimos porque quisimos perder, yo quise perder las cosas que fingí no creerte, tu perdiste mas, perdiste tu engaño, tu falsa tragedia, tu esfuerzo por tratar de que me creyera tus mentiras, y me creyeras esperanzado, emocionado, enamorado.

Pasaron varias noches así, simulando treguas, simulando disculpas, simulando verdades mas falsas, más frágiles que los cristales de tu ventana.

Se enmudeció tu cama tanto como se enmudecieron mis te amo, y los tuyos que nunca nacieron, pero que en promesas jurabas algún día comenzar a sentir, y fingía poner esfuerzo, y fingía rendirme, y fingía que fingía, cuando en realidad fui el idiota de tus mentiras, el briago que por ganas de embriagarse se bebió de un trago todo el veneno de tu copa de cristal apiñonado.

Las tragedias nos cubrieron, nos cubrió también la desgana, la apatía por una lucha sin sentido, que cada quien creía estar ganando con las mentiras del otro. Nos cubrimos de mentiras, de el calor que trepaba por la cara cuando una de ellas era revelada, cuando acorralados nos veíamos tan pútridos, tan vacios ya, tan miserables.

Fingí entonces que no olía en tu cabello las mentiras de alguien mas, fingí entonces que no veía sobre tu piel las marcas de colmillos que lobos te dejaban, fingí que no te vi más de una vez desnudar tu cuello ofreciéndolo a coyotes, a mandriles, a sapos mutados que caminaban erguidos mirando sobre el hombro a serpientes y a orugas que de vergüenza adelantaban su letargo.

Aun tu veneno corre dentro de mí, aun tus mentiras reptan entre mis viseras ennegreciendo todo lo que tocan dentro, pero tu veneno fue lo único que no quise sacar de mi alma, saque los besos, las promesas, saque los entusiasmos, saque los miedos, saque cada momento que quise creerte, saque el amor que no quisiste creerme, pero el veneno de tus mentiras no quise regarlo sobre la tierra, para no matar mas vida, para que no se extienda con el aire, para que no se propaguen mas de tus venenos, pero sobre todo para que las copas que contengan el mismo veneno y me ofrezcan el mismo licor que tú me ofreciste, esta vez no maten nada dentro de mí, y me sirva de refuerzo cuando una nueva mentira reviente mis tímpanos susurrándome un te amo.

27 de noviembre de 2009

SUELTO TU MANO

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Solté tu mano para que pudieras volar, tan fácil como eso, tan complejo como no poder entender las madrugadas lejos de ti y los despertares sin el aroma de tu cabello, y mis sueños sin los tuyos.

Y ahora vivir esta ausencia obligada o más bien resignada de ti, que fue al final de los recuentos el regalo mejor que te pude hacer, solo para verte volar, para verte llegar hasta donde el viento te cosquilleaba las mejillas y tu sonrisa iluminaba las playas del naufrago que andabas buscando encontrar y que yo no supe ser.

Y fue inevitable el tener que soltarte, el tener que dejarte vivir, mientras la agonía de este adiós me carcomía las esperanzas de aquellos futuros, donde en presente éramos solo tú y yo.

Ahora te miro volar lejos, hacia los brazos y latidos que yo no supe despertar en ti, con el brillo en la mirada que jamás encendí, y todas esas cosas que acepto no pude ser para ti, en ti.

Y aunque durante el instante del adiós jale una nube para secarme el llanto, al mirarte desde aquí tan lejana pero tan feliz, se que el valor que me falto para ser el hombre con el que soñabas, sobra ahora que te miro brillar como jamás te pude hacer yo palpitar.

Y podrá ser que el tiempo te traiga con el viento del invierno, y que antes de terminar el otoño me cobije del frio con tu recuerdo, para que si vuelves a mirarme desde aquel lejano cielo, sepas que aunque todas las hojas cayeron de los arboles, aun hay flores brotando de los jardines que sembré con tus miradas.

Serás feliz a distancia, serás feliz con el hombre que buscabas y que no supe ser, no pude ser.

No hay nada que perdonarte, y espero que no tengas nada que perdonarme, que jamás fue mi intensión a tu lado provocarte un enfado, soltar tu mano fue la mejor disculpa que pude encontrar para pedirte perdón por mis errores y mis carencias y no entender que las águilas no cazan moscas, que las princesas buscan príncipes, y que la derrota de no ser quien tu necesitabas fue la mejor excusa para regalarte una sonrisa una última vez.

Solté tu mano simplemente para hacerte feliz.

26 de noviembre de 2009

ME QUEDO SIN TI

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Me quedo con el frio de tu mirada, con la desgana hiperactiva que tu corazón late cuando de amar se trata.

Me quedo con los bolsillos cubiertos por dos o tres suspiros que alcance a despertarte.

Me quedo sin los coqueteos afilados que se desprenden de tus manos, y que decapitan fantasías ególatras.

Me quedo sin los rincones de tus laberintos, esos donde se perdió Terceo, y donde encontré los restos del minotauro que habías devorado.

Me quedo sin darte abrigo, sin cobijarte del frio, sin frotar tu corazón para brotarte latidos tibios, porque es estúpidamente estúpido, creer que debajo de tu hielo aguarda un corazón en espera de tibiezas, cuando lo que buscas es el frio de mil vacios.

Me quedo a distancia, a destiempo, a placer, por mí bien y el tuyo, que no hay nada que tenga que hacer una mujer como tú con un bufón como yo,

las mujeres como tu buscan hombres,

devoran hombres,

necesitan hombres,

seducen hombres,

coleccionan minotauros,

sacian su sed con la sangre azul de los príncipes,

y un tipo como yo, no tiene nada que hacer junto a ti,

no tienes nada,

no tengo nada,

evitemos las heridas y los daños.

Me quedo sin ti, porque no me alcanzo la voz para gritar tu nombre y silenciar tus gemidos, y que escucharas un te amo.

Me quedo atrincherando lágrimas, solapando tus inquietudes, encendiéndote altares para que tus vanidades sonrían, para que voltees un segundo a mirarme.

Me quedo sin ti y sin nada, ni nadie, y con todo lo que no perdí cuando me quede sin ti.

25 de noviembre de 2009

ME FUI

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Me fui, ya no estoy, ya no soy, ya no creas nada.

Me fui a perderme en desvelos, entre olvidos, entre soledades, entre lejanías, entre ausencias.

Me fui hasta la madre, me lleve todo tu fastidio, mis letras baratas, los besos que me vendiste en rebajas, las lagrimas que no alcance a comprarte.

Me fui entre hartazgos, entre ingenuidades, entre las miradas que no dicen nada, entre silencios que gemían otros nombres, a escondidas, me fui descalzo con los pies envueltos en bolsas de plástico, para que las huellas de mis pies no mancharan la alfombra de tus olvidos.

Me fui sin dejarte nada, porque no tenía nada que quisieras para ti, me fui sin llevarme nada porque todo lo que tienes no grita mi nombre.

Me fui a embriagarme en tu hastío, a maldecir la desventaja de no ser hombre, a tratar de entender que carajos pensaba cuando creí que esta vez no me iría, no te irías.

Me fui a patear banquetas, a revolcarme con los perros sobre el asfalto de soledades que cubren las calles de tus caminos.

Me fui a olvidar, a recordar, a encontrar en las coladeras las caricias que te di y que no te bastaron, a saciarme de tu ausencia y vomitar lo que siento y lo que creí hacerte sentir.

Me fui, ya no estoy, ya no soy, ya no creas que sigo a tu lado, ya no me busques en el aire bajo tu sabana, en los labios que te devoran esta noche, en la respiración que afilada se desliza por tu cuello mientras te asesina, no soy yo, no fui yo, nunca seré yo.

Yo ya me fui.

DESVARIO SECO

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Ha dejado de correr sangre por mis venas, ya no corren líquidos espesos dentro de mí, los ríos subcutáneos ahora están llenos de recuerdos, de esos que entre irrealidades se han ido creando entre colores y letras, de aquellos que viví de la mano del amor, de recuerdos de olvidos, de recuerdos de pasados incompletos y futuros sin comenzar, de presentes imaginarios que han devorado la realidad que dilataba mis pupilas.

Ya no queda una sola gota de tinta roja,

en su lugar fueron saladas aquellas humedades que se absorbían por los desiertos de ausencias,

de encuentros tardíos,

de despedidas temerosas,

de enfados,

de engaños,

de latidos que retumbaron dentro de habitaciones ajenas, de salas de cine y teatros, que treparon por escaleras de puentes que no llevaban a ningún lado, que se ahogaron entre lluvias bajo las columnas de Bellas Artes.

Ya no quedan soledades desoladas,

ya no naufragan mas caricias contra un vientre tempestuoso,

ya no marchan mis pasos aquel corredor que se iluminaba con una mirada,

ya no hay labios que en silencio griten las fobias que un corazón quebrado haya anidado con lágrimas y desesperanzas.

Ya no hay rastro alguno de esos surcos marrones,

ya no son azules,

ya no hay oxigeno que tiña,

ya no se oye tu voz,

ya no se saben los labios sin un roce,

sin humedades,

ya no hay nada nuevo,

y no hay tiempo que devuelva la desventura de tus desamores.

Ya no hay nada ni nadie,

y solo hay un todo y todos,

y el tiempo perdido se ausenta aun mas, para buscar entre recuerdos el tiempo que duro un beso,

una mirada,

un susurro,

un te amo,

un adiós.

Y se vacían las ausencias ante lo recuperado, y se autoexilian soledades, y sin nadie sigo aun contigo,

aguardando con esperanzas,

con nuevas promesas,

con antiguos secretos que te grite antes de que llegaras para que mi voz te encontrara en el camino y supieras lo que de este lado hay para ti,

y hacerte saber que aun sigo llamándote sin nombre,

que aun sigo insomne soñándote sin sueño,

que aun te miro sin saber lo que detrás de tus pupilas escondes,

y en ellas me escondo, y me pierdo y te recorro desde dentro, despertando los poros de tu piel erizándote cuando el viento te acaricia, resucitándote de cada muerte que hay entre tus cotidianidades.

Ya no es sangre lo que corre por mis venas, ahora corre dentro de mí este recuerdo de ti que aun no llegas para matarme esos pasados sin ti, desangrándolos con un presente a tu lado.

23 de noviembre de 2009

RECUERDO DE UNA DESPEDIDA

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Recuerdo el día que quisiste marcharte, ese día en que tu adiós me dejo ensordecido y me volví una estatua de arena en mitad de aquel parque donde hacía muchos años te había visto por primera vez.

Al principio antes de terminar de escuchar la ultima letra, pensé en pedirte que te quedaras un poco más, pero siempre te dije que entendería si algún llegaba ese día, y amarre las ganas de abrazarte porque eran más las ganas de no fallarte y cumplirte aunque fuera una última vez lo que te dije algún día

Y calle y te deje terminar de pronunciar aquella despedía, escuche cada una de tus razones para marcharte, entendí cada uno de los errores que pude haber cometido y lamente el no ser ese hombre que ya te anidaba suspiros desde hacía ya varias noches.

Y te vi caminar sin voltear atrás, mientras el viento golpeaba mi espalda alejándote más y mas hasta que poco a poco fui desmoronándome bajo aquel árbol que dejaba caer sus hojas rojizas sobre mí.

Y me quede así hasta que llego la noche, y recogí los pedazos que quedaban de aquella primera tarde y los guarde en los bolsillos.

De regreso a casa pensé muchas cosas, sentía muchas cosas, pensé en que podría enfadarme contigo, en aferrarme al coraje y el odio por haberte marchado y ahogarme en el rencor hacia ti y hacia aquel que te tenia enamorada.

Pensé en escribirte con las tripas, en mencionar tu nombre con rabia, con desprecio, pensé en llenarme la boca de maldiciones, en tirar por la borda cada uno de los recuerdos que pasamos juntos, olvidarme de tu risa, olvidarme de tu llanto, perder todo rastro de tus miradas y de los besos que alguna vez dibuje por tu piel.

Pensé en romper tus fotos, en enterrar las cartas que escribimos juntos, en quemar aquel libro donde dibujamos en los parques y en museos y que como bitácora serbia de testigo de aquella aventura que era pasar los días a tu lado.

Pensé, no te miento, con mucho coraje, con mucho veneno.

Pero la verdad es que nada de todo eso estaba sintiendo, aun a pesar de tu adiós, te amaba, te ame, y el amor que sentía por ti no me dejo más que sentir unas ganas enormes de desear que fueras feliz.

Te dije un día que entendía que aquella aventura algún día terminaría, y el recuerdo de los días que viví a tu lado pesaban más que aquellas últimas cinco letras que te escuche decir, no tengo nada que perdonarte, no tengo nada porque guardarte rencor, no tengo ganas de odiarte, porque simplemente te ame, y no odias algo que te regalo tantos momentos felices.

Han pasado varios días desde aquella despedida, y cuando te pensaba siempre lo hice con gusto.

Esta tarde de regreso a casa una vez mas ya a punto de arrancar el camión algo me hizo voltear a la ventana, mire y te vi, no me viste pues andabas buscando a alguien, y ese alguien llego, lo supe por el brillo de tus ojos, ese brillo que alguna vez te vi mientras me reconocías entre la gente, sonreíste radiante como siempre, el hacía lo mismo mientras se acercaba esquivando gente, se abrazaron y después le diste un beso, y lo volviste a abrazar.

Fue entonces que me viste sentado tras aquella ventana del camión, fue raro, muy raro, era la primera vez que volvía saber algo de ti desde aquel adiós, habían pasado varios días, tres semanas creo yo.

El estaba de espalda a mí mientras tú de puntillas me regalabas una mirada sobre su hombro, tus ojos enormes sorprendidos, no sé qué pensaste en ese momento, no sé qué esperabas que pasara.

Lo que paso fue que sonreí, instintivamente sonreí, y fue sincera mi sonrisa, tanto que sonreíste tú también mientras te separabas de él.

Te tomó de la mano y comenzaron a caminar, volteaste a verme una última vez y de cierta manera creo que entendiste lo que escribo en estas letras.

No fui el hombre que tú querías, aquel que necesitabas y que esperabas te hiciera feliz, pero fui hombre para dejarte ir, para verte feliz.

21 de noviembre de 2009

LO QUE ES NO SABER HABLAR

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Quisiera encontrar la manera perfecta de decirte lo que siento, cada vez que te siento.

Quisiera poder decirte con precisión lo que cada amanecer a tu lado me provoca, me despierta, y es que el insomnio junto a ti es tan delirante, casi una condena, debo decirte que ni el café alteraba mis sentidos como lo hacen tus labios entre los míos.

Debo decirte que ni las horas contemplando a mi Luna me dejaban tan deslumbrado como verte a ti recorrer la habitación descalza y con esa mirada coqueta que las fotos saben bien capturar.

Quisiera poder de verdad describirte, hablar de tus caderas que bien han sabido recibir a mis manos cada vez que me haces caer en un laberinto del que cada noche me resulta más difícil salir.

Claro hablar de tus muslos que me han hecho perder la cabeza, entre ellos y fuera de ellos. Hablar también de tu cuello, de esas venas que se hinchan como el poema dice, de tu nuca, de tu clavícula estirando la piel como si tus huesos quisieran escapar solo para ser acariciados y besados, sin intermediarios.

Hablar de ti con las palabras que conozco es inútil, describirte es un error que pagan mis neuronas que se extinguen cada vez que lo intento, créeme que quisiera esta noche decirte mas, más de lo que veo en ti, más de lo que siento en ti, más de lo que me haces sentir a mí, decirte todo lo que haces y deshaces dentro de mí, decirte lo que nace y muere a tu lado cada vez que me recuesto y me dejo envolver por tus benditos muslos.

Quisiera esta noche poderte decir más que….

TE AMO, ESTUPIDAMENTE, TE AMO.

12 de noviembre de 2009

DESPUES DE NOCHES AMARGAS

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Pase las noches más amargas entre el mar de tu ausencia, después de haberme naufragado entre el recuerdo de tu ser quede flotando medio muerto en un mar lejos de ti, en un mar sin ti, en un mar sin mar, sin olas, sin profundidades, sin ese vaivén de tu marea, ni esa violencia con que se agitaban tus aguas para despertarme.

Sentí frio, tanto que el corazón se volvió de cristal, y las manos cuchillas que afiladas cortaban la piel de tu blancura.

No hice más que aferrarme a esa pequeña brasa que quedo encendida, esa que el recuerdo de tus encuentros me dejo aun con un poco de fuego, la esperanza es solo el recuento de nuestros entusiasmos, y como no tener entusiasmos cada vez que te tenia a mi lado, cada vez que me envolvías con tus colores y tus miradas, con tus sonrisas, con esas pieles que jamás fueron tu, pero que siempre fueron para ti creadas.

Sentí más frio cuando la obscuridad de noches sin Luna cayeron sobre mí, y no había reflejo sobre las aguas, y no había luz en mis pupilas, y no había calor ya en mis dedos.

Se fueron los suspiros, se fueron las nostalgias, se fueron las lágrimas melancólicas perdiéndose en esas aguas amargas, se fueron los ecos de latidos que escuche de tu pecho susurrando un nombre, mi nombre. Y fui nada, y solo flote.

Pero llego el viento, y movió las aguas, y movió mi cuerpo, y me dejo volver a ser viento, y meterme bajo tu ropa, y que me respiraras y respirarte, y que me latieras y latirte, y que me despertaras y hacerte nacer una vez más sobre un lienzo en blanco.

Y deje de flotar sin dirección y volví a tomar mi rumbo, ese que me lleva hasta ti, ese que me acerca a tu boca, a tus ojos reflejando mi Luna, a tus brazos cálidos donde se derriten los corazones de cristal como el mío, y donde mi mano, suelta caricias con un pincel en espera de que sea tu piel algún día la que se erice cuando mi mirada la toca.

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