4 de junio de 2010

No hubo latido tuyo que necesitara para seguir latiendo tu nombre, que desde el principio tuve claro que no eran los ecos de tu pecho para mi, y si me preguntas no me arrepiento de haberme consumido en esperas por ti, no valía la pena seguir vacio cuando podía llenarme de tu ausencia, de tus manos que no reservaban caricias para mi, de tus besos que no tenían ni un suspiro con mi nombre, no valía la pena tenerte miedo cuando más miedo tenias tu y por eso siempre fuimos tres o cuatro o los que fueran necesarios para que tu miedos no te hicieran enamorarte, y seguir fingiendo que eras feliz, que eres plena y dichosa, cuando tus sollozos insomnes eran la única verdad tras el telón de tus escenarios, aquellos en que compartías sabanas y almohadas para dejarte de sentir vacía mientras la fuga de tu pecho se hacía más grande.

Es entonces que el tiempo a tu lado valió la pena, pues sin tener razones me dejaste verte desnuda, mas allá de esa desnudez con la que cualquiera podía satisfacerse, te desnudaste de piel, de nombre, de tedio, de mascaras, de botones forzados por dedos torpes, de sujetadores despreciados por vándalos que solo buscaban dejar huellas sin importar lo profundas que fueran, te desnudaste de tu licenciatura, de el cargo en tu empresa, te desnudaste de los papeles de la oficina y de las cuentas que pagar, de la hipoteca vencida, de la alacena vacía, te desnudaste sin miedo a que te viera asi, andando de un lado a otro de la casa con el alma al aire, con los sueños marchitos, con los deseos moribundos, con tu supuesta felicidad tan infeliz, te desnudaste para verte con la farsa que mostrabas a todos remojándose en la lavadora.

Asi bien ahora que estas tan lejos tengo al menos el recuerdo más sincero de ti, la imagen más pura, la verdad detrás de tus orgasmos fingidos, el puchero detrás de tu vulgar sonrisa, la verdadera mujer detrás de la licenciada, y si bien ame todas tus ausencias y tus cartas debo decirte que te ame mas por tu desnudes, por tus fracasos, por tus lagrimas a media noche, por tus miedos a quedarte vacía mientras te vaciabas mas, te ame por tus pucheros de fragilidad, por tu enfado contigo misma al desecharte a las sabanas de otros, por tu sinceridad al descubierto valiéndote de madrugada que te viera tan susceptible al llanto, a la nostalgia, a la felicidad.

Que pasaras sin quedarte no dependía ni de ti ni de mi, tu mundo está lleno de crudas realidades y el mío de falsedades durmiendo entre oleos, si bien cruzamos un momento, ahora en momento de partir y seguir, sin guardarte rencor por no quedarte pues dentro de mi hay tan poco comparado a todo lo que hay en los tres o cuatro que tu miedo necesita, sin que me guardes rencor por ser la farsa opuesta a la tuya, sin más pendientes más que el no haber entrado jamás debajo de tu blusa, ni mendigar las caricias que a los otros a granel les regalabas, pero no es pendiente suficiente para sentir arrepentimiento, para sentir que falto algo, cuando lo que en realidad falto es que tuviera más coraje para decirte

-Quédate esta noche y dejemos que todo sea distinto-

Y tú tuvieras menos miedo de decir…

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