22 de junio de 2010

SINCEROS

Después de seis años, casi siete, después de seis años, casi siete, vienes a aparecer, vienes a sonreír, vienes a preguntar, a contar, a recordar, a dejar una foto dedicada, a buscar la taza de café como te gustaba que te la preparara, a buscar debajo de mi almohada algún resto de mis sueños tratando de descubrir si en ellos estuviste tú, tú después de seis años, casi siete.

Preguntas lo que ha sido de mi, preguntas lo que ha sido de mis pinceles y de mis tazas y de mis semillas y de mis plantas y preguntas a mis tenis por los lugares que anduvieron y preguntas a mi ventana cuantas veces la luna entro por ella y preguntas a mis manos si recuerdan, si aún recuerdan y preguntas con demasiado interés, preguntas con demasiada ansiedad, preguntas.

Después de seis años, casi siete, llegas a contarme lo que ha pasado en tu vida y los que han pasado por ella, me cuentas de tus besos y de tus intentos por encontrar mis labios en los labios de alguien más, ¿eso cambia algo? ¿Cambia algo de estos seis años, casi siete, el que me buscaras en los labios de alguien más? ¿Cambia el saberme en tu memoria cuando alguien te besaba, cuando alguien te acariciaba? ¿Cambia el que me vengas a decir, tomándome las manos, que buscabas mi tacto cuando alguien más buscaba dentro de tu escote? ¿Cambia algo el saber que mi nombre no lo olvidaste, que era mi nombre el que te hacia morderte los labios cuando alguien te recorría hasta el centro de tus placeres? ¿Cambia algo el escucharte confesarme que pasaron otros, pero me esperabas a mí? ¿De verdad crees que cambia algo de estos seis años, casi siete?

Me preguntas si te espere y te respondo que no, que no te espere, que no te esperaba, que no esperaba a nadie, ni a nada, que me arte de los besos por gratitud, que me arte del sexo por compasión, que me fastidie de buscar en mi reflejo ese algo que decías me faltaba, que revente los espejos para no verme, que revente hasta mi sombra para no tener que ver nada de mí, que no hay lugar dentro de mí al que puedas entrar porque no quedan paredes dentro de mí, porque derrumbe lo que tenia dentro, porque tire piedra a piedra el lugar donde guardaba lo único que pude darte, lo único que pude ser, que no hay habitaciones donde puedas dejar tus cosas, tus palabras, tus lagrimas, tus sueños, que ya no queda lugar para ti, ni para nadie.

Después de seis años, casi siete, no pretendas que me importe para quien fuiste puta o santa, o bruja o princesa de cuento, o la licenciada en relaciones internacionales, no pretendas que me importe quien te esperaba en la habitación de un hotel, o con quien recorrías la casa de habitación en habitación desnuda, no pretendas que te crea cuando me llamas amor, cariño, te espere, regrese, no pretendas que entienda que lo importante no es a quien besabas, si no que era en mi en quien pesabas, eso no me basta ni hoy, ni en estos seis años, casi siete.

Después de seis años, casi siete, sigo siendo lo mismo que no pudiste amar, sigo siendo el incompleto que veías en los reflejos, sigo siendo quien a tu lado no iba, sigo sin tener ese aire de hombre que me reclamabas, sigo sin tener más que manchas en las manos, sigo siendo el pintorcito que te causaba vergüenza, el que no entendía que tenía que hacer más que pintar, sigo siendo yo, el mismo que sangraba al bajar del auto, el mismo que fui a tu lado, pero con la única diferencia de que ya no queda nada de amor dentro de mí, ya no amo como te ame, ya no lato como quise latir para ti, ya no, ya aprendí, aprendí después de seis años, casi siete, lo que no puedo ser para nadie, lo que no pude ser para ti y si bien tengo algo que decirte después de seis años, casi siete, si algo pudiera decirte seria que te agradezco el haberme enseñado todo lo que me enseñaste, agradecerte por quitarme la venda de los ojos y dejarme ver lo que en realidad soy, lo que en realidad fui, agradecerte por enseñarme a verme como soy y no mas, ni menos.

Después de seis años, casi siete, perdóname si no te veo como te veía, pero mis ojos aprendieron a ver las cosas como son y no como el corazón quisiera que fueran y al verte aquí, ahora, sorprendida de lo que te digo, sorprendida de que suelte tu mano, sorprendida de que no seque tus lagrimas, sorprendida de que no me importe que era yo en quien pensabas, sorprendida de que esta vez no te prepare café, sorprendida de que la cama sea nueva, de que mis cuadros no te miren, sorprendida de que no haya dentro de mí un lugar donde puedas refugiarte, sorprendida de que ya no sea el mismo pendejo que todo te creía, que todo te perdonaba y para el que siempre fuiste mas santa que puta, mas tú que licenciada, mas mi amor que tu escote al que todos entraban, mas todo, pero ahora que te miro, eres más nada, después de seis años, casi siete, ahora los dos vemos lo mismo, me viste vacio y ahora te miro tal y como eres, tal y como yo soy.

Después de seis años, casi siete, lo único que podía hacer al verte es sincerarme aunque mi sinceridad diga que ya no eres nada para mí, que no queda nada para ti, ni para nadie, y sinceros lloremos, tú por lo que ya no puedes ser yo por lo que ahora soy.

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